“La Lonely Wonder Woman hace Rating” o “el tubo de
ensayo”
Diciembre 5 2013.
Estoy
empezando a notar un patrón. Guapas, inteligentes, exitosas, apasionadas por su
trabajo y…solas. No me estoy inventando el fenómeno de la lonely wonder woman ( en adelante, LWW); tengo un acervo de pruebas mediáticas que
sustentan mi teoría de que las mujeres como yo hacemos rating.
Durante años
seguimos los enredos y desenredos de Mónica y Rachel en Friends (todos tenemos
una amiga que es la Rachel o la Mónica de la dupla); acompañamos a Carrie Bradshaw
en sus aventuras neoyorquinas, esa vil falacia de la mujer liberada que vive de
los one night stands y de sus zapatos. Falacia porque hasta ahora me parece un auto
atentado al género que a esta señora la hayan plantado en el altar, le hayan
obligado a renunciar a su boda ideal y aún así, haya terminado perdonando al
Big butthead ese. Pendejada de ejemplo de liberación nos resultó Carrie. Más recientemente, Cristina en “Los caballeros
las prefieren brutas”, es esta exitosa diseñadora a quien su prometido
le traiciona con su mejor amiga (la típica BRUTA), y su happily ever after se transforma de la noche a la mañana en un all by myself. (Esta en particular me llega, por las razones
que son de dominio público). Y mi favorita,
“Susana y Elvira”, unas blogueras colombianas que en vez de perder sus
iluminadas reflexiones sobre el amor y el sexo en los cafés con las amigas o en
el group chat de whatsapp, decidieron recoger estas perlas de sabiduría en un
website que luego se convirtió en una serie de Youtube del cual no soy fanática
sino devota. Alguien que puede decir sin rodeos que las chick flicks nos
cagaron la vida por los estándares absurdos sobre el amor que nos metieron en
el cerebro, se merece por lo menos una calle en su nombre, un trago, algo.
Quiénes son
(oops, somos) las LWWs que tanto alborotan los ratings de sintonía en
televisión e internet? Se identifican algunos patrones de comportamiento
comunes. Su pasión desbordada por su
trabajo: hablamos de la columnista exitosa en una revista de moda, la diseñadora
talentosa, la periodista que tiene el Púlitzer en la mira, you name it. El
punto es esta convergencia entre la habilidad indiscutible para su trabajo y el
amor que este le genera.
En la mayoría de los casos son fanáticas de la
lectura, les gusta el café, y son mordaces y críticas de cómo funciona el
mundo. Sus archi enemigas son las mujeres incapaces del autoanálisis, la
reflexión o de fluctuar de vez en cuando a temas de actualidad sin quedarse con
la boca abierta. Los comentarios que las LWWs hacen durante las rondas de
preguntas en los concursos de belleza les harían dignas de entran en las
puertas del infierno y directo al VIP. No es un desprecio por la belleza, ojo,
es un desprecio por la falta de neuronas.
Las LWW
tienen historia, y no siempre es bonita. Atrás de toda LWW hay un cavernícola
que la sacó del cuento de Disney/telenovela de Televisa donde vivían antes de
conocerlo. Que le hizo entender que los príncipes no existen y que es más
probable que una hamburguesa McDonalds cante a que un Mc Dreamy o un Mc Steamy
existan en el mundo real. El cavernícola es el factor que pone en tela de duda
la incontrovertible inteligencia de las
LWWs, porque no se entiende que mujeres guapas, preparadas y con todo a su
favor se fijen en especímenes que más parecerían encajar en un libro sobre el
Pleistoceno que en una fábula de los Hermanos Grim.
No obstante,
al cavernícola hay que reconocerle que logró lo imposible: convertir a la
cerebral y centrada LWW en un pobre remedo de Marimar, suspirando junto a las
olas y cantando alguna de Ana Gabriel, mientras el joven Sergio parte a la capital. Con
su mejor amiga, seguro.
Esta ruptura
en la hasta entonces calmada vida de la LWW, la sume en un mundo de
incertidumbre que no puede controlar. Porque esto es lo único que no le
enseñaron en la maestría, y por más que busca en la sección de autoayuda, no
encuentra respuesta en los libros, su fieles aliados que ahora le dan la
espalda. Nadie se ha inventado el diccionario cavernícola-español-español
cavernícola, nadie puede darle un manual para descifrar el intrincado mundo del
portador del cromosoma Y, para quien la belleza, el talento, la
autosuficiencia, y el éxito tienen la misma cara que Linda Blair proyectando
vómitos demoníacos. Qué quieren? Es la pregunta que dirige la vida de las LWWs;
responderla se convierte en su leit motif, y aunque en múltiples instancias deciden
que mejor solas que mal acompañadas, finalmente buscan a su One, su Big, Su
McDreamy, que le pruebe que todo lo que dice de los hombres está mal. Que debe
existir un prince charming entre tanto cromangnón. Van de tumbo en tumbo en el
tenebroso mundo de las dates, ciberdates, blind dates, y todos los tipos de
dates que el género humano ha inventado para no sentirse tan solo, y solo se
encuentran con más especímenes raros que sirven para desperdiciar Kleenex,
reírse con las amigas y volver al punto de partida: No entiendo nada.
Siendo yo un
estereotipo de LWW, me pregunté hoy si no podré hacer algo más que tener
comentarios agudos en el group chat de whatsapp con mis compañeras de lucha
amorosa; al fin de cuentas estos tropiezos pueden contribuir para que nuestras
congéneres caigan con mejor suerte cuando caminen por el indescifrable mundo
cavernícola y sus habitantes. Y como esto vende, quien sabe si un día termino
con Louboutin auspiciando mi blog y Jessica Alba personificándome en prime
time. Así que este es mi tubo de ensayo.
Take one del episode one del chick flick de mi vida. En el peor de los casos,
mis amigas me agradecerán haber hecho un archivo histórico de nuestras agudas e
inteligentes conversaciones, en proceso desde 1990y tanto. And counting.